Acciones de enfermería

El primer requisito es que la mujer reciba, por parte de los  profesionales de la salud, una correcta información. En la mayoría de los casos la actitud poco relajada de la paciente en la consulta, junto con el volumen a veces masivo de las mismas, hace que la infamación no le llegue en la forma que sería deseada. Además, muchas veces la información ofrecida no es entendida o interpretada correctamente. Las unidades de enfermería, trabajando en colaboración con el médico, pueden ser un recurso de apoyo y ayuda. La actitud del profesional de la salud ante una mujer que necesita o busca información, debe estar enfocada a:
  • Indagar qué sabe la paciente sobre el tema.
  • Estar preparado para dar respuesta a los interrogantes y mitos que tenga sobre los tratamientos.
  • Ayudar a corregir inexactitudes.
  • Suministrar los conocimientos necesarios sobre el t.h.s. que ayude a la mujer a tomar una decisión responsable en la aceptación o renuncia a este tratamiento.
Además, la enfermería debe velar por el cuidado de la salud de estas mujeres. Factores como una inadecuada nutrición, el sedentarismo, el tabaquismo o la hipertensión pueden interferir en los efectos beneficiosos del tratamiento farmacológico, aparte de ser un peligro para la salud en general. Por esto, en mujeres con T.H.S., además de vigilar los efectos secundarios del tratamiento, no se pueden olvidar tales aspectos. Por ello es muy importante llevar a cabo un buen plan de educación para salud, haciendo hincapié en la importancia que tiene la visita periódica al médico para garantizar al máximo la eficacia del tratamiento y la prevención de los posibles riesgos.